No es una novedad que las empresas están obligadas a innovar si quieren competir con éxito en una economía global donde el conocimiento vale cada vez más y las materias primas valen cada vez menos. Y para innovar el primer paso es fomentar la creatividad. Aunque algunas personas utilicen indistintamente las palabras creatividad e innovación, lo cierto es que no son lo mismo, aunque la primera es condición sine qua non para la segunda.

La creatividad es el proceso a través del cual se generan nuevas ideas o conceptos, o nuevas asociaciones entre ideas y conceptos conocidos, para resolver problemas o abordarlos de forma diferente. La innovación, por el contrario, es un proceso que aporta valor diferencial a un producto, un servicio, un modelo de negocio, un procedimiento, etc., por lo cual, para hablar de innovación, es necesario que se aplique de forma exitosa en el mercado.

Al ser la creatividad un proceso mental, el primer paso para generar innovaciones es fomentar la creatividad. Las personas que quieran incentivar su creatividad o la de sus equipos de trabajo disponen de una serie de técnicas para favorecer el pensamiento creativo y que este proceso pueda ser incorporado de forma sistemática a su actividad. Su elección dependerá de los objetivos concretos que buscamos (resolver problemas o generar nuevas ideas), el equipo de trabajo y el tiempo del que dispongamos.

La creatividad es una habilidad que puede ser entrenada para mejorar el desempeño personal y de los equipos de trabajo, aumentando la productividad y la competitividad. El gran reto está en promover un cambio de cultura y formarse para que la creatividad -y la innovación- se incorporen como una metodología habitual que les permitan alcanzar nuevos objetivos individuales y colectivos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *